4 de mayo de 2011

LA POLÍTICA CON MAYÚSCULA

Después de tantos meses de trabajo y estudio, todos los universitarios se acercan pasito a paso a las vacaciones estivales. Sea cual sea el balance obtenido, deseo a todos ellos  un verano churruscante de sol y de sonrisas.

Antes de ello, y apenas en un mes, se habrán celebrado las Elecciones Municipales , y muchos de los que durante los últimos cuatro años ocuparon sus puestos de guardia y servicio, que no otra cosa es –o debiera ser- un concejal, dejarán voluntariamente o no la Corporación, y nuevos rostros formarán parte de nuestros representantes más cercanos.

Al hilo de esto debo decir que me ocupa y me preocupa la desilusión y la desgana que observo en muchos de  los jóvenes por todo lo que se refiere a la actividad política. La "tele" y los periódicos nos cuentan tantos desaciertos y tropelías cometidas por las personas llamadas "públicas", que es difícil animarse a coger la escoba para arrancar la porquería acumulada y  conseguir que vuelva a brillar toda la casa.


Me gustaría tener una varita mágica para poder insuflar en todos ellos esa inmensa ilusión con la que tejimos esa trama resistente y a la vez elástica de la que se engendró , a fuerza de ceder, la democracia. Ciertamente la sombra de aquella guerra atroz, estúpida y fratricida todavía temblaba en las pupilas de muchos de los españoles y, quizá porque aún no se habían enfriado las cenizas, es por lo que fuimos capaces de arrimar el hombro y, desde las posiciones más dispares,  hallar un lugar común donde encontrar la paz. Por aquel entonces muchos hombres y mujeres de bien dejaron a un lado sus profesiones, incluso perdiendo dinero,  para entrar en Política, no porque ellos la necesitaran, sino porque eran conscientes de que esta España nuestra los necesitaba a ellos y codo con codo se pusieron a trabaja. 

No sé sinceramente cuando se empezaron a torcer las cosas, quizá cuando el progreso ya  era algo habitual; cuando nos convertimos no en una sociedad de consumo sino en máquinas  de atesorar; cuando comenzamos a tirar las cosas en vez de repararlas; cuando ya en invierno no pasábamos frío ni en verano calor; cuando los Reyes Magos ponían automóviles y ordenadores en lugar de Mariquitas Pérez y lápices de color; cuando no había sueldo que fuera suficiente y comenzamos a hipotecarnos sin rubor....de aquellos polvos vinieron estos lodos y surgieron también los que quisieron medrar de cualquier modo y encontraron en la actividad política una vía de enriquecimiento rápido y sin pudor. 

Hay dos especimenes indeseables en la actividad política, y no sé cual de los dos es más dañino. De los dos hay que librarse por cualquier medio en cuanto se perciba el menor indicio en su labor cotidiana:
-El taimado inútil, derrochador de bienes ajenos, bueno para nada y en la mayoría de los casos chismoso, servil y  adulador.
-El raterillo que puede llegar a ladrón de guante blanco, ya que sólo es cuestión de tiempo que vaya a  peor.

Nadie puede imaginarse el daño que estos dos elementos pueden causar. El primero, porque la administración de bienes ajenos exige el mayor cuidado y atención y la incompetencia y la ineficacia originan un gasto muy superior al que ocasiona el mayor ladrón, y si además siembra cizaña puede dañar a la salud del equipo convirtiendo en un infierno de desconfianza cualquier actuación.

El que pertenece al segundo grupo es de hecho un vulgar malhechor, lo malo es que es alguien en quien  confías,  sin saber que se ha dejado embaucar por el brillo del metal y haciendo oídos sordos a lo que juró o prometió defender; desprestigia a todos los compañeros, y propicia la vergüenza ajena de los correligionarios cuando decide liarse la manta a la cabeza y venderse por unas monedas al mejor postor. Después de tantas horas de esfuerzo, de penas y de alegrías compartidas creyendo que juntos trabajamos con el afán prioritario de mejorar la situación, la manzana podrida asoma su sonrosada efigie y tiñe de un plumazo todo el cesto, cuando menos de horror.

Pasados los años y,  después de los múltiples escándalos habidos, me ha dado por pensar en que si todos sus tristes protagonistas le hubieran echado un capazo menos de interés malsano
a todos nos hubiera ido mucho mejor.

Los partidos políticos no tienen un filtro en la entrada de sus sedes que impida que los indeseables puedan pasar, pero ¿se intenta exhaustivamente averiguar quien es la persona que pretende afiliarse para que ningún corruptible  se puede colar?

Hay ciertamente elementos de juicio para conocer en poco tiempo la eficacia o la honradez de cualquiera, por eso lo importante es que en cuanto se detecte el menor indicio de ineptitud o tendencia a la sisa, el Partido, todos los Partidos Políticos actúen de inmediato no echándose el número de corruptos a la cara como si fuera un “A ver quien da más” sino arrojando  a los  corruptos, incompetentes y vagos a la calle  para que las personas honradas y competentes puedan y quieran entrar. 

Las medias tintas nunca fueron buenas. ¡Basta ya! Hay demasiados hombres y mujeres trabajando en la Política con el mayor esfuerzo y dignidad, para que un puñado de desaprensivos se conviertan en  amos del cotarro sin más, y si hay que poner la casa patas arriba, revisar los Estatutos y Reglamentos y hacer limpieza general, no nos demoremos ni un segundo. No queda más remedio que poner manos a la obra tal como está el percal.

Quedan todavía tiempo para Las Elecciones Generales, creo que el suficiente para comenzar. No pierdo la esperanza de que vuelvan los jóvenes a querer cambiar el mundo,
A querer dedicarse a la Política con mayúsculas que es, sin la menor duda, un hermosísimo trabajo que nadie , y menos ellos, debiera desdeñar

Por Lena Etiel

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