De un tiempo a esta parte algunos de nuestros gobernantes, ¡Ojo, que digo algunos! conceden entrevistas a los medios de comunicación con mayor frecuencia de la que sería oportuna. En muchas de ellas encontramos atisbos de algo que se podría considerar como una versión laica y bastante torpe de lo que, hace tantísimos años señalaba el catecismo católico del padre Ripalda como elementos "sine qua non" del Sacramento de la Confesión a saber: examen de conciencia; dolor de corazón; propósito de la enmienda; decir los pecados al confesor y... cumplir la penitencia.
Así, estos mandatarios se muestran propicios a realizar, generalmente a petición propia, una recordación de las palabras, obras y pensamientos relacionadas con sus obligaciones.-que eso y no otra cosa es el examen de conciencia-. Manifiestan dolor ante la ineficacia de sus propuestas; confiesan privadamente, sabiendo que antes o después se publicará en páginas centrales, cuales han sido sus equivocaciones que en gran medida, según afirman, tienen origen en la inadecuada actuación de su antecesor en el cargo, a exigencias de la disciplina de partido, o a que la coyuntura así lo demandaba, y proclaman la firme decisión de enmendar los yerros cometidos hasta donde sea posible, adoptando las oportunas medidas correctoras tendentes a paliar los resultados negativos de su gestión. De ese modo el pueblo, que nunca se equivoca, volverá a recuperar la ilusión y la confianza que depositó en ellos, les dará la absolución. ¡Y aquí paz y después gloria!