16 de marzo de 2011

DEMAGOGIA CON ENERGIA RENOVADA

Al margen de parecerme bastante oportunista la postura de aquellos que aprovechan el terrible desastre de Japón para denostar una vez más la energía nuclear, ya va siendo hora de que se informe adecuadamente. Entre otras cosas, porque Fukushima no es resultado de un accidente nuclear propiamente dicho, sino de una catástrofe natural de dimensiones inusuales y difícilmente repetibles en otros puntos del planeta.

En todo caso, debatir sobre la seguridad siempre será algo positivo y decir “NUCLEAR NO” hasta deseable, particularmente cuando se constata una vez más que el riesgo, por pequeño que sea, existe y que las consecuencias pueden ser verdaderamente graves. Sin duda es algo que a la mayoría nos gustaría –a mi desde luego-, pero si queremos ser serios, deberíamos mantener la serenidad y el rigor,  exponiendo al mismo tiempo, de forma clara, realista y razonada cuáles serían las posibles energías alternativas y sobre todo explicar a los ciudadanos cuál sería el coste económico y la repercusión sobre nuestras vidas que supondría implementar esas energías y prescindir de la nuclear. Entre otras cosas, porque no podemos olvidar que el petróleo, otra de las principales fuentes de energía, también es contaminante, escaso y dependemos de su importanción y por lo tanto de terceros países, o de crisis sobrevenidas, como la de Libia durante las últimas semanas.

Todos queremos navegar por Internet de manera ilimitada, utilizar todo tipo de dispositivos móviles, vivir cerca de un ordenador, ver durante horas la televisión, no pasar calor en verano, ni frío en invierno, tomarnos una cervecita bien fría o un refresco con hielo, calentarnos la comida en el microondas en cuestión de segundos o secarnos el pelo, para lucir nuestros mejores peinados… Pero para todo ello hace falta algo: ELECTRICIDAD. ¿Estamos dispuestos a renunciar a algo?... ¿a pagar el doble por la energía que consumimos?... ¿tendremos que importar todavía más petróleo?… ¿más energía nuclear?...


La demagogia es muy barata. Consumir electricidad a raudales sin pensar cómo se produce es fácil y de hecho lo hacemos a diario. Producir energía DE FORMA BARATA Y EFICIENTE no lo es. Mientras las energías alternativas –que por descontado hay que apoyar, desarrollar y fomentar- sigan teniendo una eficacia limitada y un coste realmente elevado, tendremos que seguir manteniendo la energía nuclear, a pesar de sus riesgos y por más que tratemos de extremar todas las medidas de seguridad… Es lo que se denomina “coste de oportunidad” –aquello a lo que renunciamos a cambio de obtener algo- y constituye una elección más de las muchas que debemos hacer a lo largo de nuestras vidas.

Por más que nos empeñemos en tratar de evitarlos, los accidentes y los desastres naturales de gran magnitud existen y forman parte de la vida. Y por el mismo criterio con el que algunos pretenden justificar la erradicación de la energía nuclear –evitar accidentes y eventuales muertes-, deberíamos establecer una franja de seguridad de varios kilómetros paralela a la línea de costa, por si se produce un tsunami: sólo con eso ya habríamos salvado más vidas en este siglo que todas las que ha producido la energía nuclear desde su invención, incluidas las bombas de Hiroshima y Nagasaki. De hecho ha sido un tsunami el más directo responsable del desastre de Fukushima y de las miles de víctimas mortales que se contabilizan, entre las que -por ahora- no se cuenta ni una sola producida por el accidente en la central. Por ello y utilizando los mismos argumentos de prevención y seguridad... ¿estaríamos dispuestos a desmantelar la mayor parte de la industria turística, inmobiliaria y de ocio, que han sido las principales responsables de la prosperidad alcanzada en España?... ¿y a mover ciudades enteras?... incluso algo más trivial, ¿aceptaremos cambiar el mar por la montaña a la hora de irnos de vacaciones?

Por descontado, no construir casas de más de dos plantas por si se vienen abajo en un terremoto, dejar varias decenas de metros entre una vivienda y otra, para que no se propaguen los incendios en las ciudades y revisar las estructuras de todos los polideportivos, por si se cae el tejado con un tornado, constituyen algunas otras de las infinitas medidas que podríamos adoptar para vivir más seguros. Con todo, los accidentes seguirían produciéndose y probablemente seguiríamos viviendo los mismos años… bueno, quizás alguien alguno más, aunque ahora habría que ver cómo se pagaba la monumental factura que todas esas medidas iba a dejarnos… Aunque siempre se puede divagar imaginando que ya vendrá alguien a pagar la cuenta, o que al final invitará la casa ¿no?...

Claro que también hay quien termina fregando platos en la cocina, o expulsado a patadas del establecimiento, que es lo que normalmente ocurre cuando alguien pretende comer por la patilla o irse de matute.

Si queremos debatir sobre seguridad y condiciones de vida hagámoslo, pero desde el rigor y la seriedad. 

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