27 de junio de 2011

PAGAN JUSTOS POR PECADORES

Nunca hasta ahora había sido tan verdad el popular estribillo de nuestro repertorio zarzuelero; "hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad", lo cual no tendría nada de lamentable si ese avance hubiera sido cuando menos tan evidente en lo que al ser humano se refiere. Desgraciadamente no ha ocurrido así y se van sucediendo una serie de alteraciones del resultado que, de haber tenido lugar en cualquiera de esos sofisticados aparatos, maravillas de la técnica, podrían corregirse elaborando programas alternativos, readaptando los circuitos, cambiando los chips revisando el módem o detectando el virus causante del desastre, pero resultan de muy difícil tratamiento cuando atañen a la más compleja criatura de la naturaleza; el hombre. Aún no tenemos la suficiente perspectiva para analizar las causas que han sido origen de la convulsión que hemos sufrido, desde que unos profesionales de la Prensa destaparan la caja de los truenos. Por el momento asistimos apesadumbrados, irritados y hasta enfurecidos a un espectáculo pagado por nosotros sin desearlo y explotado por unos cuantos perversos protagonistas para su indecente lucro e ilícita satisfacción. 

4 de junio de 2011

TREINTA AÑOS DESPUÉS

Quizá me falle la memoria pero creo que aquella era una tarde de febrero más,  destemplada, sin  sol y sin lluvia. Una de esas tardes anodinas para la mayoría de nuestras gentes en la que cada uno se aplicaba a la tarea cotidiana sin mayor preocupación. 

Después de recoger a los niños del colegio y cumplido el rito de preparar meriendas, recoger abrigos, carteras y cacharrería varia, me senté delante del ordenador y la emprendí con la traducción enrevesada de los "Erzählungen" de Heinrich Böll. El ronroneo de la radio hacía más difícil la concentración y a  punto estuve de apagarla, pero solo bajé el tono. De pronto comencé a escuchar voces disonantes, ruidos extraños y como que a alguien se le hubiera escurrido el micrófono de entre los dedos produciendo uno de esos ruidos absurdos, malsonantes y estridentes que emiten casi todos los aparatos eléctricos cuando funcionan mal. Dejé a un lado el diccionario y giré la ruedecilla del transistor intentando, sin éxito, depurar el sonido. Parecía como si miles de grillos hubieran hecho morada en él interior del "sony" por lo que fui a la cocina en busca de pilas nuevas, pero con la sustitución solo conseguí ampliar el hormigueo y poco más. A punto de apagarlo escuché una voz destemplada y gritona que decía: "Todos al suelo" e, inconscientemente pulsé la tecla de borrar.

A las seis menos cuarto había accedido al Hemiciclo el Señor Presidente del Gobierno en funciones -quizá a ustedes les parezca absurdo, pero tratar con el respeto debido a quienes ostentan el Poder ya sea legislativo, ejecutivo o judicial contribuye a colocar los piezas en la casilla adecuada, a recordarles la importancia de todos y cada uno de los movimientos que ejecutan y la repercusión ejemplarizante que las actuaciones de las figuras tiene, tanto en positivo como en negativo, en los movimientos posteriores de los ciudadanos, peones al fin y al cabo del Ajedrez Nacional. Con tanto compadreo; con tanto apear el tratamiento no ganamos es igualdad perdemos los modales y lo que es peor, la justa medida-. Decía que el Sr. Presidente había acudido temprano. Tras él habían ido llegando sus Señorías, las Señoras Taquígrafas, Los miembros de la Prensa y los invitados. Hasta aquel momento todo había ido desarrollándose con normalidad.