18 de diciembre de 2010

NAVIDAD PARA NIÑOS... PARA SER MÁS NIÑOS

“En algunas ocasiones no es nada más que una puerta muy delgada lo que separa a los niños de lo que nosotros llamamos mundo real, y un poco de viento pude abrirla”. Stefan Zweig
         
          Ojala que todos fuéramos niños más a menudo y por más tiempo, o acaso, que el tiempo no consintiera en que dejáramos de serlo en algún momento. Niños, aunque sea a ratos; niños incluso cuando peinamos canas o cuando nuestra imagen fragmenta el espejo con las arrugas de nuestra piel. Niños hoy, niños en Navidad y niños por una eternidad… niños para soñar… O al menos volver a soñar que somos niños.

De niños nunca nos desbordamos; no necesitamos abrir las esclusas de la indiferencia o la estulticia. No nos basta con un poco de conocimiento; lo queremos todo y todo nos parece poco; queremos a todos y todos nos quieren. Anhelamos saber, conocer, alcanzar, rozar, hurgar, tocar, chupar. Nada es suficiente para alimentar la voracidad de nuestra sana ignorancia. Estamos en la inopia, pero con la ventaja de no ser acusados de ello. Y así, aunque ignoramos casi todo, nos divertimos cuando nos apetece y gritamos cuando nos viene en gana. Reímos. Jugamos. Exploramos… Aprendemos. Disfrutamos de la vida con intensidad y nos entregamos a ella sin límite y como únicamente de niños sabemos hacerlo. Somos felices; absurda y profundamente felices.



 

Entre todas las alegrías, la absurda es la más alegre; es la alegría de los niños, de los labriegos y de los salvajes; es decir, de todos aquellos seres que están más cerca de la Naturaleza que nosotros”. Azorín


  



12 de diciembre de 2010

DEBERES DEL HOMBRE DE ESTADO

Los que hayan de gobernar el Estado deben tener siempre muy presentes estos dos preceptos de Platón: el primero, defender los intereses de los ciudadanos de forma que cuanto hagan lo ordenen a ellos, olvidándose del propio provecho; el segundo, velar sobre todo el cuerpo de la República, no sea que, atendiendo a la protección de una parte, abandonen a las otras. Lo mismo que la tutela, la protección del Estado va dirigida a utilidad no de quien la ejerce, sino de los que están sometidos a ella. Los que se ocupan de una parte de los ciudadanos y no atienden a la otra introducen en la patria una gran calamidad: la sedición y la discordia, de donde resulta que unos se presentan como amigos del pueblo y otros como partidarios de la nobleza: muy pocos favorecen el bien de todos.

De aquí las grandes  discordias de los atenienses, y en nuestra República no solamente sediciones, sino también pestíferas guerras civiles. Un ciudadano sensato y fuerte y digno de ocupar el primer puesto en la República, alejará y detestará estos males y se entregará enteramente al servicio de la República, no buscará ni riquezas ni poderío, se dedicará a atender a toda la patria, de forma que mire por el bien de todos. Jamás expondrá a nadie por falsas acusaciones al odio y a la malquerencia y de tal manera se abrazará a la justicia y a la honestidad que para mantenerlas afrontará peligros y hasta se entregará a la muerte antes que abandonar los preceptos que he dicho.

10 de diciembre de 2010

MARIO VARGAS LLOSA: DISCURSO DE ACEPTACION DEL NOBEL

Por su interés, su excelencia y sobre todo por su inmensa humanidad, reproduzco el discurso de MARIO VARGAS LLOSA, en su aceptación del Premio Nobel de Literatura 2010, el pasado día 7 de diciembre.

Es extenso, pero el contenido no tiene desperdicio, ni en las formas ni en el fondo. Además de estar especialmente indicado para todos aquellos que amamos la literatura, también es absolutamente recomendable para políticos de escasa formación, nacionalistas trasnochados y en general para todo aquel que todavía ignora que la lectura nos hace más libres y facilita nuestra capacidad crítica. 

¡Enhorabuena, Mario Vargas Llosa, por tu maestría al escribir y por tu grandísima humanidad!

(Gracias por la sugerencia, Juanjo)


ELOGIO DE LA LECTURA Y LA FICCION

Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas.

La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras.

7 de diciembre de 2010

PAYASOS

 
"Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros". Groucho Marx

 
Hacer reír a las personas es una de las más nobles, respetables, antiguas y reconfortantes habilidades que alguien puede poseer. Una capacidad admirable, con frecuencia no exenta de verdadero arte y en donde el talento siempre es necesario, pues en su ausencia no resulta nada fácil desatar la risa y generar el fervoroso aplauso que rubrica las mejores actuaciones.
 
Pero como todo en la vida y más tratándose de payasadas, el momento y el lugar son las claves que definen la idoneidad de las actuaciones jocosas, de forma que la frontera entre lo propio y lo impropio, lo adecuado y lo inadecuado, lo pertinente y lo impertinente, lo decoroso y lo indecoroso, o sencillamente, entre la broma, la gracia y el arte, frente a la patochada, la gracieta o el despropósito, se limita con frecuencia a una sencilla cuestión de coordenadas: las de tiempo y espacio.
 
Efectivamente, para ser un buen cómico, al igual que para destacar en cualquier ámbito de la vida, hace falta tener inteligencia y manejar con destreza el arte de la prudencia, esa virtud elemental que tan magníficamente describió Baltasar Gracián a través de su prosa didáctica. Así, cuando un payaso se comporta de manera imprudente y muy especialmente cuando combina su desatino, con poco o ningún arte, una inteligencia igualmente escasa y la más absoluta irresponsabilidad, en realidad nos encontramos frente a un perfecto cantamañanas.