12 de abril de 2010

GARZON: LA ULTIMA VICTIMA DE... GARZON


Independientemente de su carrera en la judicatura, llena de innegables luces y manifiestas sombras, el problema de Garzón es Garzón. Un juez víctima de su ego, que no ha sido capaz de mantenerse al margen de la política, para conservar aquello que es clave en toda administración de justicia y por lo tanto en un juez: la objetividad y la imparcialidad. 

Si quería ser una figura mediática, dedicarse a política o tomar partido por alguna postura ideológica determinada, nadie se lo hubiera prohibido; para ello bastaba con que hubiera renunciado a la judicatura. Pero lo que no es compatible en un sistema democrático, es que un juez se manifieste y se posicione pública y claramente a favor de determinadas ideas o posturas políticas y pretenda seguir administrando justicia a TODOS los españoles... incluso a los que pertenecen a partidos o posturas contrarias a las defendidas por él. Es claro que en ese caso, la imprescindible IMPARCIALIDAD queda en entredicho.

Por otro lado resulta enormemente cínica la postura de acusar de "politizadas" las causas iniciadas contra Garzón, ya que el primero en tomar partido por una determinada postura política, sin abandonar su cargo de funcionario público, fue él. Y posicionarse junto a un partido político conlleva, de forma inseparable, aceptar que otros ciudadanos no estén de acuerdo con dicha postura política, exponiéndose por lo tanto a posibles críticas y corrientes opositoras. Si pretendía -o pretende- servirse de su cargo de juez para obtener con ello una posición de privilegio en el terreno de la política, o hacer política desde dicho cargo, podría estar incurriendo en presuntos delitos y por lo tanto el resto de ciudadanos estarán en disposición de exigirle las responsabilidades que la ley disponga.

Al margen de ello, a las personas se las condena o se las absuelve en base a las leyes establecidas y a los hechos probados o no probados, pero nunca dependiendo de las filiaciones o adscripciones políticas de los demandantes o demandados; incurrir en ello, sería de nuevo atentar contra los más elementales principios de la justicia. Garzón tiene abiertas tres causas que únicamente prosperarán si están ajustadas a derecho y solamente será condenado si así lo determinan las leyes vigentes. Tres causas, cuyas pruebas se han obtenido -mientras no se diga lo contrario-, también por la vía legal y sin tener que recurrir a artimañas al margen de la ley. Y por descontado tiene derecho a la presunción de inocencia y a defenderse en un clima de garantías jurídicas, que no creo que nadie le vaya a negar. Es decir, tiene los mismos derechos y garantías que cualquier ciudadano...

Ah, se me olvidaba: también las mismas obligaciones ante la ley.

¿Dónde esta la injusticia? Que nadie nos quiera engañar disfrazando de persecución política la esencia de toda democracia: que todos los ciudadanos son iguales ante la ley. Y eso también incluye a los jueces.

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